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Sampaoli, el argentino que llevó a la gloria a Chile y luego se ganó el odio

El argentino consiguió la Copa América con la ´roja´

Amante del fútbol ofensivo y admirador de su compatriota Marcelo Bielsa, el entrenador argentino Jorge Sampaoli llevó a Chile a ganar la Copa América-2015, el primer triunfo internacional de su historia, pero dejó la selección chilena en medio de un escándalo y ganarse el odio de la afición. 

Apenas seis meses después de alcanzar la gloria deportiva y en el punto más alto de su carrera –tras ser nominado por FIFA como uno de tres mejores entrenadores del mundo en 2015-, Sampaoli, llegó a un acuerdo con la federación local para dejar la banca de 'la Roja'.

El acuerdo pone fin a semanas de declaraciones cruzadas, en las que el argentino, un obsesivo del juego ofensivo, se declaró un "rehén" del contrato que lo ataba a la selección chilena hasta 2018.

Del amor al odio

Del amor por haber llevado a la selección chilena a ganar su mayor título internacional, Sampaoli, de 55 años, cosechó rápidamente el odio de los chilenos, que en su mayoría se mostraron de acuerdo en que dejara la banca chilena, pagando una millonaria cláusula de salida, la piedra de tope de las negociaciones con la dirigencia local.

Sampaoli fue poco amigo de la prensa chilena, pero abierto a dialogar con medios argentinos ante los cuales dejó entrever semanas atrás su decisión de dejar Chile, con declaraciones que causaron escozor en la afición local.

Tras varias jornadas de infructuosas negociaciones, este martes Sampaoli llegó a un acuerdo con la federación local, que oficializó su salida de la selección chilena, de la que estuvo al frente por tres años tras ser contratado por el anterior presidente de la federación chilena, Sergio Jadue, implicado en el escándalo de sobornos de la FIFA.

Un breve abrazo entre el nuevo presidente de la federación local, Arturo Salah, y Jorge Sampaoli, y un lacónico comunicado de prensa en que se explicaron los términos del "acuerdo" sellaron la salida del entrenador más exitoso hasta ahora del fútbol chileno, al que logró imprimirle una mentalidad ganadora, jugando de "igual a igual".

Un largo camino al éxito

Futbolista regular cuya carrera se vio truncada a los 20 años por lesiones, aficionado al tenis, padre y amante de la música, el argentino forjó con sacrificio una exitosa carrera como entrenador que lo llevó desde su natal Casilda -en la provincia argentina de Santa Fé- a Perú, Ecuador y a Chile, el país de su consagración.

Su llegada a primera fue en 2002, cuando tomó las riendas del Juan Aurich de Perú. Luego vinieron en primera Coronel Bolognesi y Sporting Cristal, y posteriormente dirigió a  O'Higgins de Rancagua, en Chile, y Emelec de Ecuador.

Desde sus comienzos mostró su histrionismo al borde de la cancha. Como un tigre enjaulado camina de aquí para allá y como un loco expresa su enojo y alegría sin miramientos.

Antes de ganar la Copa América con Chile, en julio del año pasado, había marcado otra hazaña: le dio a la Universidad de Chile su primer título internacional, la Copa Sudamericana de 2011.

Con ese título, el argentino llamó la atención del fútbol internacional como un técnico con un fútbol vistoso, de gran velocidad, siempre buscando el arco contrario, aunque eso pusiera en peligro su propio rancho.

La victoria le abrió las puertas de la selección chilena, a la que llegó a fines de 2012, tras la salida de otro argentino, Claudio Borghi.

Después de tres años al frente de 'la Roja' -de la mano de la llamada generación dorada del delantero Alexis Sánchez, los volantes Arturo Vidal y Gary Medel y el portero Claudio Bravo- consiguió la máxima hazaña deportiva en la historia del fútbol chileno.

En una sufrida final que se definió a penales ante la Argentina de Lionel Messi, en un repleto estadio Nacional de Santiago, Chile por fin pudo alzar un trofeo internacional y dejar atrás 100 años de frustraciones.

En ese decisivo duelo, Sampaoli plantó a su equipo de igual a igual y soportó la presión de jugarse la historia ante 45.000 hinchas esa noche del 4 de julio.

Antes de convertirse en héroe nacional, Sampaoli debió hacer frente al escándalo provocado tras el choque en su automóvil de lujo y ebrio que protagonizó el volante Arturo Vidal en medio de la concentración de la Roja.

Fiel a su estilo pragmático, el argentino puso por delante el resultado antes de tomar alguna medida en contra del entonces volante de la Juventus (actualmente en Bayern Munich), lo cual fue criticado por parte de la prensa deportiva chilena, que se rindió a sus pies tras la histórica victoria final. 

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