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Montoya volvió a robar el protagonismo deportivo en EE.UU.

Mostró su maestría y control de los tiempos al ganar las 500 millas de Indianápolis

La victoria del piloto colombiano Juan Pablo Montoya después de 15 años en la prueba más importante y exigente del automovilismo estadounidense, las 500 Millas de Indianápolis, le permitió acaparar todo el protagonismo deportivo en Estados Unidos.

Las finales de conferencia de la NBA, los playoffs de la NHL, el béisbol y el golf quedaron en un segundo plano mientras los medios de comunicación mostraron la gran carrera que había realizado el bogotano.

Montoya mostró su maestría y control de los tiempos, frialdad a la hora de hacer el adelantamiento perfecto y cómo saber aguantar la presión mejor que nadie.

Con 39 años es el ejemplo, gracias a su trayectoria profesional, de otros tres jóvenes pilotos colombianos que compitieron entre los mejores y están preparados, especialmente Carlos Muñoz, en recoger su testigo cuando decida retirarse.

De momento, Montoya demostró que es sin discusión uno de los pilotos más completos que se han dado en su era y que le quedan todavía años de protagonismo.

Montoya tiene entre sus trofeos dos títulos de Indianápolis (2000 y 2015), el Gran Premio de Mónaco, el título de la Series Cart FedEx Championship como novato, tres Rolex 24 y Novato del Año dentro de la Cup Series de la competición NASCAR.

Además lidera la clasificación de la IndyCar de esta temporada y tiene todas las opciones para ser campeón, mientras que es el segundo en activo que ha conseguido ganar dos de las tres carreras emblemáticas de la competición mundial (la Triple Corona) como son las 500 Millas de Indianápolis, Mónaco y las 24 Horas de Le Mans.

Montoya ganó las 500 Millas de Indianápolis y también dio toda una lección de cómo hacerlo a pesar de salir desde el puesto número 15, bajar al 30 por tener que cambiar todo el alerón trasero, entrar tres veces más a 'pit' que el resto de sus rivales directos y superarlos en las tres últimas vueltas de la carrera.

Tal vez, porque aparte de toda su clase al mando del volante en las gradas estaba su familia, sus hijos Sebastián, Paulina y Manuela, que por primera vez lo iban a ver ganar en Indianápolis.

Eso fue la motivación extra que hizo que Montoya volase en las últimas 12 vueltas porque sabía que si cruzaba la meta primero y su hijo Sebastián lo veía, el ciclo quedaba completado.

De ahí que al concluir la carrera, todos ellos estuviesen siempre presentes junto a él, al igual que la bandera colombiana, que de nuevo ondeó más alta en la meca del automovilismo estadounidense.

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