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Ante el desastre ecológico del Casanare ¿dónde están los animalistas?

Es la doble moral, postura despreciable de los seudo “animalista”, aquellos sin convicción y coherencia que solo protestan en las grandes capitales y claro como la mortandad de Babillas, Totugas y Chiguiros esta en tierras distantes de los centros de poder y de información, no se manifiestan.

Llámelos animalistas, ambientalistas, ecologistas o antitaurinos, son lo mismo y ninguno de ellos hasta el momento se ha parado frente al Ministerio del Medio Ambiente de Colombia, para protestar, gritar o injuriri por el daño ecológico y la mortandad de más de 30.000 animales de distintas especies y sí lo hacen con toda virulencia a la entrada de una plaza de toros. Terminaría creyéndoles si lo hubieran hecho frente a las multinacionales del petróleo o de alguna oficina gubernamental.

¿Dónde están las pancartas?¿dónde los gritos para pedir agua para los chigüiros? No aparecen. Claro, esto sucede es en el Casanare y allá no hay grandes periódicos, no hay televisión ni grandes Cadenas de Radio que se presten a sus esnobísticas posturas de pantalla que responden quien sabe a que turbios intereses.

Lo del Casanare es inaudito, inadmisible, aunque no sorprende, porque esto y mucho más se puede esperar de un país que practica la doble moral, esa que fastidia e incomoda, pero que se impone para desequilibrar el desarrollo de una sociedad.

Con la muerte de las Babillas y tortugas ¿dónde están los atitaurinos que protestan por la muerte de un toro, especie que está protegida por el hombre en una finca?. La pregunta encuentra fácil respuesta: No están, porque allá en el llano colombiano no hay dinero para protestar, además, porque una Babilla o un Chiguiro no son animales considerados mascotas a los que se les encuentra comida o ropita de decoración en un gran almacén de cadena, entonces ellos no importan.

Las corridas de toros resultarían indefensables si la sociedad colombiana pusiera en un orden de prioridades sus necesidades y sus intereses, como los niños, los ancianos, la gente, el medio ambiente, el acabar con las masacres o los falsos positivos, pero todo sin fisuras, ahí si pensarías que de admitirlas, nos habríamos quedado en el siglo XlX.

Todo esto molesta, por la doble moral que la contamina. Solo resta preguntarnos ¿dónde están los antitaurinos y animalestas?  

 

 

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