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Las clases sociales desaparecen en Cartagena cuando se juega al fútbol

Las murallas de Cartagena rodean la cancha imaginaria en la que una veintena de niños, en su mayoría provenientes de La Boquilla, dos kilómetros al norte de la capital de Bolívar, se reúnen casi que religiosamente en las tardes para jugar y divertirse con un balón de fútbol.

Sus vestimentas advierten fácilmente las diferentes clases sociales a las que pertenecen. Pero estas divisiones desaparecen en el momento de tocar el balón, o de seguir las indicaciones del entrenador cubano Abel González, quien busca en ellos no solo el talento de un futbolista, sino además formar valores. González quien llegó a Colombia hace cuatro años, huyendo del socialismo de la isla, como él mismo lo asegura, trabaja con este grupo de niños hace tan solo mes y medio, tiempo suficiente para concretar lo que el denomina el Club Templario F.C. "Nuestro club es muy joven, comenzamos a trabajar hace tan solo un mes y medio, tiempo en el que han llegado niños de estratos sociales uno o seis, porque nuestra intención es formar futbolistas que amen a su país y defiendan el fútbol de su país, sin estar envidiando a Argentina o a Brasil", dijo González a Efe. El entrenador reconoce que la euforia de la Copa América y ahora la del Mundial Sub'20 de Colombia han aumentado la motivación de los niños que cada día llegan dispuestos a aprender a jugar mejor. "En realidad, este proceso que estamos adelantando es independiente de este Mundial de Colombia. Sin embargo, toda esta euforia de la llegada de las selecciones de la Sub'20 y además la Copa América ha motivado aún más a los muchachos que tenemos". "En este momento hay veinte, pero hay espacio hasta para 35, y no importa si son pobres, de raza negra o blanca, o niños de estrato alto, lo que nos interesa es enseñarles a jugar y a ser hombres de bien en el futuro", agregó el cubano. Uno de los estilos de juego implementado por el entrenador cubano es hacer jugar a los niños no solo con los pies, sino también con las manos. "Es que el que quiera surgir en este deporte tiene que ser disciplinado y si no dan el ciento por ciento de su esfuerzo no van a llegar a ninguna parte. Por eso a veces los hago jugar fútbol con las manos, para que se den cuenta lo difícil que es, por eso lo importante es practicar, practicar y practicar" comenta. El Club Templario F.C. próximamente tendrá su propia cancha, mientras se resuelve el tema de documentación oficial, por eso mientras ese momento llega, los niños han encontrado un campo cercano a las históricas murallas de Cartagena que silenciosas e imponentes observan el talento de cada uno de ellos. Los uniformes tampoco han llegado, pero es en lo que menos piensan los muchachos. A ellos no les importa si unos tienen tenis de marca y otros los calzan con algún hueco por donde se cuela la arena de la playa, o si la medias son de diferente color. Ellos lo único que tienen en mente es seguir jugando para convertirse en un Radamel Falcao García o en un Hugo Rodallega, tan colombianos como la Cartagena en la que corren detrás de un balón, como persiguiendo un sueño.
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