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Charlie García y Morante de la Puebla… lo mismo

De decepcionante a irresponsable se puede calificar la actuación el esperado Morante de la Puebla en la ciudad de Medellín. A miles de kilómetros de España los aficionados colombianos empezamos a entender los argumentos del empresario de Sevilla Eduardo Canorea con respecto a las figuras del toreo actuales. Lo de Morante fue vergonzoso.

La empresa Cormacarena se la jugó toda para darle a la afición antioqueña un  buen cartel de cierre de temporada que incluía al renombrado Morante de la Puebla, al francés Sebastián Castella y la alternativa del colombiano Santiago Gómez.

Muchos aficionados bogotanos, caleños, boyacenses, santandereanos viajaron con
la ilusión de encontrarse con la inspiración de Morante de la Puebla y se encontraron con la displicencia, la antipatía y la falta de seriedad para asumir el compromiso en la ciudad de Medellín. Y no es que no haya dado algún lance precioso o una media verónica para recordar, lo que pasa es que torear no es tan poquito, es mucho más, sobretodo lo que le cuesta a un aficionado asistir a una plaza y comprar su barrera, para agregarle tiquetes aéreos, hotel y alimentación. Es una irresponsabilidad de marca mayor observar a un hombre sin aliento, quizás sin ilusión, vestido de luces transmitiendo abulia al tendido sin comprometerse para sacar partido de sus oponentes con dos circunstancias a cuestas, la primera, la de no tener frente así,  a un toro “made in España”, sino uno chiquito, pobre de cabeza y segundo, ser una máxima figura del toreo en la actualidad, de quien necesariamente hay que esperar mucho más.

Mis palabras no reflejan mi enojo de periodista y aficionado, son la recepción de los conceptos y las voces  de quienes a la salida de la plaza, con el ánimo por el suelo y la decepción como resultado de sus reflexiones, nos pidieron que las hiciéramos saber.

La afición colombiana siempre se ha caracterizado por ser respetuosa de la vida íntima de los toreros, incluso de aquellos como el genial Manuel Benítez “El Cordobés” a quien cuentan los que andaban a su lado ya como anécdotas graciosas, que tenían que sacar de los prostíbulos, meterlo vestido a la ducha para despertarlo con agua fría, darle un cargado café colombiano y luego vestirlo de torero para en las horas de la tarde, fura llevado a hombros con las orejas cortadas hasta el hotel. Con esto expreso que no nos interesa lo que hizo la noche anterior el señor Morante de la Puebla en Medellín, sólo estábamos esperando a que respondiera un poquito a su aquilatada fama y nos permitiera corroborar que lo suyo es arte, es torería y no un cuento.

El episodio de Morante de la Puebla en Medellín, me recuerda algo sucedido en la ciudad de Bogotá con un concierto de dos emblemáticos del rock en español, Fito Páez y Charlie García. El primero cumplió con el contrato, llegó cumplido a la hora programada y cantó, el segundo salió del hotel para un hospital porque quién sabe qué pasó en las horas de la noche del día anterior y no pudo cumplir su cita con sus fans, vinieron las protestas, la solicitud de devolución de dinero y la decepción de quienes de manera religiosa lo siguen por todo el mundo y a quienes también se les agota la fe y la paciencia.

Cinco toreros (Morante de la Puebla, Julián López “El Juli”, José María Manzanares, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante) pidieron en España respeto al empresario Canorea de la plaza de Sevilla, dizque porque les dijo que era el momento de rebajar sus honorarios y no pedir como si las épocas no cambiaran y estuviéramos en momentos de boyantía para la fiesta. Los toreros respondieron de manera airada y enfurecidos expresaron que no asistirían a la próxima feria de Sevilla. Qué paradójico, exigiendo respeto cuando algunos de ellos ni siquiera se lo ganan ofreciendo profesionalismo y dignidad para su oficio de torero.

¡Morante de la Puebla, vergüenza en Medellín!

El contraste de la tarde lo puso el francés Sebastián Castella, grande, serio, responsable, honrado, conocedor de la idiosincrasia de la afición colombiana, lo puso todo y arriesgó su vida para como si fuera la primera vez asistía a Medellín, conquistar el corazón de un público que le respondió con el grito de torero, torero y flores por su decidida entrega y lo sacaron en olor de multitudes a hombros como se lo merecía.

¡Castella, que venga muchas tardes al ruedo de Medellín, aquel de donde salió coronado Santiago Martín, bautizado como su majestad “El Viti”!


 

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