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La leyenda de un 10, que seguirá siendo azul y oro

Juan Román Riquelme, ídolo de Boca y de Argentina, se retira a los 36 años.

La pelota fue su mejor amiga y su fiel compañera, en una maratón de partidos que recordarán los fanáticos de fútbol que pudieron observar, palpar y disfrutar una leyenda del balompié mundial y sobretodo los bosteros. Juan Román Riquelme ofreció la mejor versión de un jugador que ganó todo con Boca Juniors que supo cómo controlar “la pecosa” amacizarla e incluso tuvo la técnica para dejar rivales tirados en el piso sin que pudieran quitarle el balón. 

De espaldas supo hacer todas las diabluras posibles a los rivales, controlando el balón de frente sacando la cola, era imposible de quitársela emulando a Oliver Atom en súper campeones, así fue Román quien poco después le enseño a Andrés Iniesta como proteger la esférica de espaldas.  No solo fue el control del balón sino su visión de juego que lo hizo portar las grandes camisetas del fútbol mundial como la del Barcelona, la de Boca, la Argentina y la del Villareal, su pegada fue legendaria al lograr goles impensados de tiro libre, que desde lejos los hacía ver fácil cada vez que su pegada hacia “comba” e ingresaba a la red. Román fue aquel grande que da gusto ver jugar.

Todo comenzó un 11 de noviembre de 1996 en la Bombonera, un “pibe” como llaman en Argentina debutaría con la camiseta Xeneize y el numero 8 estampado en la espalda. El mundo agradecería al fútbol por ver a Riquelme jugar, ese partido contra Unión, un cántico se oiría por caminito durante mucho tiempo. Riquelme, Riquelme, Riquelme la 12 apoyaba al pibe que jugaba como maestro. Desde entonces Juan Román fue creciendo hasta volverse leyenda.

El azul y oro marcarían su sangre, tatuarían su piel y llevarían el nombre Riquelme a los más alto del fútbol, con el vinieron los títulos más importantes de la historia Xeneize con tres Libertadores, una Intercontinental y una Recopa Sudamericana. También consiguió 6 ligas nacionales y una copa Argentina. Con la selección albiceleste ganó un mundial sub-20 y un sudamericano el mismo año. Además de una medalla de oro en los juegos Olímpicos en 2008, pero su mayor tristeza fue nunca conseguir un título con las mayores, donde solo disputó el mundial del 2006. 

Juan Román Riquelme escribió historia en el fútbol con su arte de juego y su pegada. El Barcelona tuvo la oportunidad de tenerlo como jugador, Iniesta como compañero pero no fue lo que esperaban y se marchó por problemas con los técnicos quienes no supieron ni entendieron que Román y la pelota eran uno. Villareal fue una parada para demostrar las cualidades del “topo gigo” y con el “submarino amarillo” logró dos Intertoto.  Luego volvería a su casa, a su hogar. Un barrio de colores, de asados y fernets que lo vio crecer y codearse con los “galácticos” aquel equipo del cual después de colgar las botas, dijo que bostero siempre será. 

La leyenda de Juan Román Riquelme siempre estará acompañada por un objeto tan esencial como el aire, un balón de fútbol y una camisa azul y oro. Sus pies llevaron la historia a otro nivel, las estrellas fueron su techo. Un crack se retira, pero sus 169 goles perduraran. 

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