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Reyter o la ilusión de ser figura del toreo

En la plaza Marruecos de Puente Piedra, a 30 minutos de Bogotá, el antioqueño Sebastián Reyter demostró que lo tiene casi todo para alcanzar un lugar importante en nuestra tauromaquia y ello, por la ilusión de ser figura del toreo.

En la localidad de Puente Piedra, en la plaza Marruecos alterna a la capital de la República, se dio la corrida en la que actuaron los diestros colombianos Juan Solanilla, Sebastián Reyter y el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza.

Plaza casi llena, tarde con temperatura agradable y muy buen ambiente taurino desde un comienzo.

Se lidió un encierro de la ganadería de Ernesto Gutiérrez, desigual de presentación y algo atípico en su fenotipo  y pelaje, de acuerdo a lo que exhibe este tradicional hierro que desde 1946, es uno de los más reconocidos en Colombia, por su encaste que ya es propio, como por su presentación externa que da el cruce de Murube-Santa Coloma. Se comenta esto pues salieron toros, como uno castaño bocinero y otro carbonero (más oscuro que el jabonero sucio) que no precisamente es lo corriente en la ganadería.

La corrida tuvo bondad, otros con calidad y algunos se apagaron pronto, sin que faltara el que se rajó, último del festejo que correspondió al rejoneador.

Juan Solanilla, silencio y dos avisos tras bronca
Sebastián Reyter, dos orejas y saludo desde el tercio
Pablo Hermoso de Mendoza (rej), una oreja y una oreja

Lo más importante de la tarde lo aportó el torero antioqueño Sebastián Reyter en su primero, segundo de la corrida, quien estuvo sencillamente sensacional, por su quietud, valor, entrega y verdad al momento de interpretar su toreo. Ryeter dio tandas de muletazos de muy buen trazo, rematándolas por debajo de la pala del pitón en los medios de la plaza.

Algo más para destacar de la presentación de Sebastián, fue el gusto con que toreó, se recreó en las suertes y lo despacio que lo hizo, casi en cámara lenta, como debe ser el buen toreo y sobre todo, pasándoselo muy cerquita, momentos en que la gente rompió en un sonorísimos ¡olés!.

El segundo de Reyter, de pelaje carbonero, se quedó más pronto, sin fuerza, al que lo hizo embestir y ahí radicó el mérito del torero antioqueño, quien mediante suavidad y temple, lo llevó hasta donde quizo.

Muy bien por Sebastián Reyter que grata actuación y me parece que es injusto que un torero de las condiciones de él, se quede por fuera de las principales ferias de Colombia. Se necesitan las oportunidades para que las nuevas generaciones de toreros cumplan con la natural renovación de nuestro escalafón de matadores, pero si no se las damos, será imposible pensar en toreros colombianos, pues solo estando frente a la cara del toro, es que se coge oficio. Eso sí, brindárselas a quienes se las merezcan.


 

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