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INJUSTICIA

Podría comenzar por dar el resultado de la corrida en Manizales, pero lo cometido con el torero bogotano Ramsés en Manizales, por parte del palco presidencial, al negarle la salida a hombros que tenía ganada, por no otorgarle las dos orejas, fue la más odiosa INJUSTICIA.

Con la Monumental plaza de Manizales casi llena, otra muy buena entrada, se lidió un encierro de la ganadería de Santa Bárbara, encaste Domecq, vía El Paraíso y Las Ventas del Espíritu Santo, muy bien presentado, del que saltaron toros con casta, bravura, nobleza y otras cualidades que hicieron de la tarde, una corrida de mucho interés, en la que los mejor librados fueron el francés Juan Bautista Jalabert y el colombiano Ramsés.

A un toro de ésta divisa, de nombre “Corredor”, con buen criterio, se le dio la vuelta al ruedo por su calidad y bravura, bravura de verdad, esa que con transmisión va más allá del propio y natural recorrido del toro.

Resultado de la corrida:

Juan Bautista Jalabert, dos vueltas al ruedo tras dos pinchazos y palmas
Ramsés, leves palmas y una oreja, dos vueltas al ruedo y bronca al palco presidencial por negar la segunda.
Ginés Marín, vuelta al ruedo y silencio.

El francés Jalabert estuvo muy bien en Manizales, con un toro, su primero, noble, de esos que dice Don Pablo Lozano es un amiguete, por su dulzura y calidad en la embestida. Con el, la obra de Juan Bautista anduvo por derroteros de estética y arte, con trazos muy suaves y finos que calaron en la sensible afición manizaleña. Su segundo más apagadito y quedándose corto, al que el torero consintió para que no rodara por el suelo por falta de fuerza.

Y vino lo grande, ortodoxo y fundamental con el diestro colombiano Ramsés, que no es de florituras y de pronto ahí, esta su dificultad para que los públicos se le entreguen.

Ramsés en su primero dio tandas de buena factura y se llevó un achuchó de marca mayor, al recibir un “arañazo” con el pitón izquierdo en la comisura del pómulo derecho que de inmediato, hinchó su rostro.

Lo más importante de la corrida pasó en el segundo de Ramsés, quinto del festejo, cuando saltó al ruedo “Corredor”, toro negro mulato, serio y de buen trapío, al que el bogotano toreó de manera fundamental en tandas por la derecha y al natural, con mucha profundidad y largura en la composición de sus muletazos. Ramsés es serio en su toreo, porque es muy de verdad, muy sincero por lo entregado y sembrado en la arena. Instrumenta la mejor estocada de la feria, de esas como para enseñar su ejecución de la suerte suprema, en una escuela de toreo, hasta los gavilanes, el toro dobla sin puntilla, el ejemplar es arrastrado lentamente en la vuelta al ruedo ordenada por el palco presidencial y viene la INJUSTICIA. Ramsés una oreja y ¿por qué no las dos? ¿Dónde estuvo el fallo, el yerro? ¿Señor presidente por qué en otra tarde hubo un juicio menos riguroso para otorgar trofeos?

Alguien dirá: “Eso no importa, lo significativo es el cariño del público”. No señor, si cuenta, si importa, porque a la hora del balance de la feria, saldrán a relucir quienes cortaron dos orejas, aquellos que salieron por la puerta grande y así se conforma el cuadro de honor de una feria, no con los que el público aplaudió de pie. Sobretodo que la competencia es feroz y esto apenas comienza y las figuras viene posteriormente y desde ya, había que tomar ventaja, de cara al codiciado trofeo “Réplica de la catedral de Manizales en oro” (diez mil dólares su costo).

Qué torerazo es Ramsés, serio, profundo y fundamental.

El Joven Ginés Marín no tuvo un lote que le sirviera, sin embargo, hubo entrega y mucha disposición por parte del Jerezano. Por momentos se le observó desconfiado, por qué no decirlo, asustado.

Así no señor presidente, con esas decisiones tan sesgadas deja usted una tarde con sabor agridulce, buena y entonada por la conjunción de toro y torero en el ruedo, pero injusta por la intromisión de un juez, en la equilibrada emoción que se fusionó entre Ramsés, “corredor” y el sensible y culto público de Manizales.  

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