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Paul Pogba guió a Francia hacia la victoria
Paul Pogba, campeón del Mundial de Rusia 2018 con Francia
Foto: AFP

PAÍSES Y CANCHAS

Un juego es capaz de lograr lo que los políticos y la sociedad no.

Esa parece la consigna del fútbol cuando hablamos de multiculturalismo e inmigración. Mientras los movimientos políticos de derecha radical se toman a Europa con consignas claras en contra de la inmigración ilegal con argumentos de todo tipo, las selecciones nacionales de fútbol integran sin mucho aspavientos a los migrantes y nos enseñan cómo se hace país.

En su libro “Identidad” (2019), el politólogo Francis Fukuyama asegura que la mejor manera de combatir los brotes crecientes de tribalismo en el mundo es a través de la construcción de grandes identidades nacionales que incluyan a todos los actores sociales que se siente reducidos, amenazados y marginados por el vertiginoso ritmo que impone la modernidad. 

Las sociedades de primer mundo hoy son grandes colectivos diversos en los que los inmigrantes han dado nuevos colores a la construcción de la identidad de una nación. La primera gran referencia moderna de este cambio cultural cuando hablamos de fútbol se encuentra en la Selección de Francia campeona del mundo en 1998. De 22 jugadores que hicieron parte de la plantilla ganadora, 12 de ellos tiene doble nacionalidad producto de su lugar de nacimiento o el de sus padres. Guayana Francesa, Senegal, Armenia, Ghana, Argelia, PortugalGuadalupe, Nueva Caledonia y Argentina edificaron la Francia pluricultural de la que se jactó el entonces presidente, Jacques Chirac.

En 11 años las cosas no ha cambiado mucho para Francia, el camino hacia la integración cultural continúa en progreso. Teniendo como referencia la plantilla de 22 convocados para las eliminatorias a la Eurocopa de 2020, el combinado galo registró 17 jugadores con doble nacionalidad. Al mismo tiempo en la política francesa, el presidente Emmanuel Macron anunció que trabajan en concertar cuotas para inmigrantes y refugiados en diferentes sectores de la economía. Toda una ironía.

Inglaterra es otro de los países con una alta tasa de inmigración  y su selección nacional lo demuestra. Por las mismas eliminatorias reseñadas anteriormentes, inscribieron 13 jugadores con doble nacionalidad de los 26 convocados por Gareth Southgate. Como parangón, la Inglaterra de Italia 90 contó con 3 jugadores migrantes de 22: Tony Dorigo de Australia,Terry Butcher de Singapur y John Barnes de Jamaica.

Italia, Alemania y Países Bajos son otros de los destinos para quienes buscan una vida que en sus países de origen no tienen. Sin embargo, un caso sorprendente e impensado tiene como protagonista a Suiza; de 23 convocados para las clasificatorias a la Euro, 14 tiene doble nacionalidad. El país de los relojes y el chocolate que tiene una amplia población blanca nativa cuenta en su combinado con un crisol de orígenes como Camerún, Nigeria, Turquía, Chile, España, República Democrática del Congo, Kosovo, Senegal, Portugal, República Dominicana, Bosnia y Albania.

Y finalmente, mientras Donald Trump se reafirma en decisión de tener mano dura con los inmigrante su selección de fútbol toma un rumbo contrario. Son 12 los futbolistas con otras nacionalidades frente a los 23 convocados en 2019. Centroamérica aporta tres, Europa seis, Oceanía, África y Sudamérica aportan de a uno.

Algo queda claro en todo esto, reducir el fútbol a un mejor juego es una clara muestra de la desconexión del deporte con los fenómenos culturales, sociales y políticos.

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Selección Francia
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Selección Inglaterra

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