Para hablar de fútbol femenino, no hay que menospreciar al masculino

En 2011, una generación de futbolistas comenzó a trazar un proyecto: el fútbol femenino en Colombia. Con las ‘chicas superpoderosas’ clasificando al Mundial sub17 en Alemania, el país empezó a ver un potencial poco explotado.

Luego vinieron las clasificaciones a Mundiales, los Olímpicos y las futbolistas colombianas se ganaron su lugar y obligaron a que el país y la Dimayor pensaran en ellas; por ello (más las exigencias de Fifa y Conmebol) se cristalizó la idea de la Liga profesional.

Este paso gigante suponía que era para creer en la idea de que Colombia es una potencia en fútbol femenino. Sin embargo, el revés de este año en la Copa América, en la cual la Selección quedó eliminada prematuramente, le volvió a dar la razón a los detractores de nuestra rama y hoy está en duda la continuidad del torneo local.

Otra vez salieron los críticos de poca capacidad mental a decir: “las mujeres mejor en la cocina” o, ‘futbolera’, con un tono despectivo para referirse a otro hombre si no están de acuerdo con su opinión. 

Pero hoy vuelven a estar desvirtuados todos los cuestionamientos y la realidad es que Colombia tiene al campeón de América de fútbol femenino y no existe razón alguna para poner en duda que siga la liga profesional.

La continuidad de nuestro campeonato cierra un poco la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres. “Si al espectador sólo le ofreces partidos de fútbol masculino, sólo consumirá fútbol de hombres” , expresa Francesc Fàbregas, periodista deportivo, autor del libro ‘Un gol per la igualtat’ ("Un gol por la igualdad").

Sin embargo, para hablar de fútbol femenino, no hay que menospreciar o atacar al masculino. Son contextos distintos, historias distintas, premios distintos, etc. Y serán estos triunfos de marca mayor los que pondrán al fútbol femenino colombiano en el lugar que se han ganado durante los últimos años.