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Con los de Santa Bárbara hubo mucho que torear

En la Macarena de Medellín se lidió un encierro del hierro de Santa Bárbara, bien presentado, incluso algunos fueron aplaudidos no más hacer su aparición en el ruedo, con la casta y bravura suficiente como para no dejar aburrir a nadie.

Decir que en Medellín hubo buen clima, es casi un pleonasmo, pues ésta es la capital de la eterna primavera. La plaza registró casi la media entrada en los tendidos y mucha gente joven en ellos. Se corrieron toros de la ganadería de Santa Bárbara, bien presentados y con casta de esa que hay que domeñar, entender y digerir, pues la corrida fue para aficionados, porque hubo emoción en el ruedo, a parte de eso, ningún toro se rajó. Fueron toros que exigieron planta firme y mucho temple en la muleta o de lo contrario se adueñaban de la situación. Corrida entretenida por la movilidad y bravura de los de Santa Bárbara. Sebastián Vargas se fue contrariado al ver que el público no le valoró todo su esfuerzo. Eduardo Gallo dio la cara con quietud, reposo y firmeza, como lo requerían sus oponentes. Alberto Aguilar, valiente, púgil difícil de derribar, unas las ganaba el toro, otras él, unos bocados los pegaba el toro, otros el torero, aunque a veces movido y rápido, seguramente por lo intensa las faenas. Andrés Chica, rejoneador, bien en la colocación y mejor en la monta, cuando los toros se lo permitieron, se embragetó y se los dejó llegar muy cerquita. Sebastián Vargas, palmas y silencio Eduardo Gallo, una oreja y palmas Alberto Aguilar, una oreja y una oreja Andrés Chica (rej), palmas y una oreja
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