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Hermoso de Mendoza aprovecha el empate a cero

El colega Rodrigo Urrego nos envió reseña de la corrida en Popayán: El rejoneador Pablo Hermoso abrió con mucha facilidad una nueva puerta grande en Colombia. Luis Bolívar y Ricardo Rivera no lo pudieron hacer. Bolívar, porque se encontró un lote muy incómodo; Rivera por botar la llave con la espada.

Para los que no se percatan en los detalles, Luis Bolívar y Ricardo Rivera son los dos únicos toreros colombianos “extranjeros”. Bolívar, radicado en España, defiende el mercado europeo. Rivera, con residencia en México D.F., desde hace seis años busca toros en el país azteca. Pues estos dos embajadores del toreo colombiano se encontraban por primera vez en el país. Rescatando la plaza de Popayán, y se midieron en un mano a mano de alto interés, ante el testimonio de una plaza casi llena, y un Pablo Hermoso de Mendoza que encabezaba el cartel. Este nuevo ‘clásico’ quedó igualado a cero. Bolívar y Rivera se fueron caminando de la plaza, aunque con circunstancias distintas, mientras Hermoso de Mendoza se iba con las tres orejas con las que el público de Popayán quiso premiarlo por la deferencia de la visita. Bolívar se marchó a pie porque se encontró con una tarde para fruncir la frente. Los dos toros de su lote, de Puerta de Hierro y Juan Bernardo Caicedo respectivamente, no le permitieron un solo minuto para estar a gusto. El manso primero se puso a caminar sin celo, y Bolívar prefirió no prolongar un diálogo que no era recíproco. Y con el cuarto, parado y poco ambicioso, el torero pasó más tiempo delante, pero sin opción ante un toro sin alma. Rivera se marchó a pie. La espada entera con que mató al de Puerta de Hierro que hizo segundo se refugió en un lugar donde no encontró la muerte. El descabello tampoco la encontró. Si hubiera pasado lo contrario, la puerta grande podría haber descerrajado su cerrojo. Rivera toreó con profundidad a un toro que aceptó la invitación del torero. Una invitación hecha con el torero entregado, dispuesto a hacérselo pasar cerca de su cuerpo. Y el toro se dejó convencer, eso sí, con esfuerzo incluido, pero respondió lo suficiente al toreo que le propuso Rivera, exigente por la longitud de los muletazos, y por el deseo de alargar las series y superar la media docena de muletazos. Faena intensa. Con esa decepción, Rivera volvió a ponerse con el quinto, un castaño de Juan Bernardo Caicedo de serias hechuras, pero de reducido ímpetu. El toro además no regaló sus embestidas. Porque refugió su cabeza entre las manos y con sus ojos medía al torero. Le arrancó dos series. También intensas. Tragando hasta sentirse cómodo, si es que se pudiera sentir cómodo con esas inquietantes miradas. Una serie por el izquierdo, ayudado con la espada, y una con la diestra, en la que el toro aguantó los seis muletazos que Rivera le propuso por abajo. Pero no toleró más. Pablo Hermoso de Mendoza aprovechó las circunstancias para adueñarse de la tarde. Lidió con facilidad a dos toros terciados. Tuvo momentos de sumo esfuerzo y exigencia, otros de más soltura. Pero encantó al público que decidió coronarlo con tres orejas. Ficha Popayán, plaza de toros Francisco Villamil Londoño Domingo 13 de enero de 2013 Casi lleno Cuatro toros de Juan Bernardo Caicedo, dos de ellos para rejones, y dos de Puerta de Hierro. Aplaudido el segundo y el sexto. Pesos: 440, 450, 435, 460, 465, 440. Luis Bolívar (grana y azabache): silencio y silencio Ricardo Rivera (purísima y oro): palmas y palmas Pablo Hermoso de Mendoza: oreja y dos orejas.
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