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Lo que torean las figuras

En la penúltima corrida de la feria de Cali hubo contrastes que hacen ver, en una misma tarde, de lo que adolece la fiesta desde su interior. Eso que hace falta en muchas ocasiones es sinceridad, autenticidad, rectitud, pues lo que exigen las figuras dista mucho de lo que pide el público, máximo juez del espectáculo.

“El Juli” es una máxima figura del toreo y pienso que no necesita de ayudas adicionales como lidiar a los más pequeños del encierro, lo más cómodos de cabeza o los más bizcochitos del encierro, porque si algo lo ha caracterizado es el ser un privilegiado de esto y poder con muchos toros. Ese solo aspecto lo tiene en el grupo de toreros que en la actualidad mandan la parada. A veces buscamos los males de la fiesta fuera de ella y resulta que en ocasiones son los empresarios, en otras los toreros, en la mayor de las veces los apoderados, también la prensa destructiva, quienes contribuimos a minarla desde adentro. Que una máxima figura como “El Juli” lidie lo que lidió en Cali, es inaudito e incomprensible dentro de la sana lógica taurina de un profesional consolidado en sus 14 años de alternativa, como líder de toreros y del escalafón. En una oportunidad en la plaza de Santamaría de Bogotá, el torero español Francisco Ruíz Miguel, remató su tanda en los medios, con un pase de pecho propinado a un pequeñajo y esmirriado toro de Vistahermosa, se volteó y airoso provocó y buscó la ovación del público. Se levantó de su puesto el periodista “Rozeta” (yo al lado de él) y le gritó: “Ruizmiguel, con el perritoro no se conquista América”. La afición colombiana no es para sacar con espejitos del monte. “El Juli” es un portento de torero, espejo para los demás y referente para la afición del mundo, como para que haga de Colombia la excepción en la verdad y la pureza del toreo. Esto se lo decimos con el mayor respeto a quien en muchas tardes le hemos cantado las virtudes y sapiensa que no es un regalo nuestro, son sus merecimientos y galones conquistados corrida a corrida. Por consiguiente esto nos vala para decirle que al otro lado del atlántico también habitamos taurinos. Luís Bolívar en su país es bueno, es serio en su compromiso y así lo demostró en ésta corrida, a la postre triunfador al cortar la única oreja del festejo que cuando se abrochó con su primero, mostró dominio, valor y gran conocimiento. Diego González, siempre estético, siempre artista, con un corazón muy pequeño, nos regaló dos trincherazos de entrada en su primer toro que los guardaré como lago para recordar de la feria 55 de Cali. Sufrió un puntazo en la cara interna superior del muslo derecho sin gravedad. Toros de Ernesto Gutiérrez, desiguales de presentación y tres que no debieron haber salido. Diego González, silencio tras aviso y ovación “El Juli”, Saludo desde el tercio en ambos Luís Bolívar, saludo desde el tercio y una oreja.
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