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No se le puede perder la cara al peligro

En un acto de relajación del colectivo taurino en Colombia, La Cámara de Representantes aprobó en segundo debate, el proyecto que pretende prohibir las corridas de toros en nuestro país. Ahora el proyecto pasa al Senado donde está su definición.

La intención, de acuerdo a la iniciativa, es terminar de tajo en Colombia con las corridas de toros al ser consideradas por algunos como espectáculos de tortura para los animales.

Este proyecto queda en el campo del Senado de la República, para que se cumplan sus dos vueltas reglamentarias, en donde se abre una vez más la discusión de la prohibición, por quienes han pretendido meterle política a una actividad cultural y de tradición de la sociedad.

Por la vía de la prohibición, algunos congresistas quieren retribuir a sus electores, desequilibrando la sociedad colombiana, pretendiendo fastidiar a un sector de la población que nació, creció en medio de la fiesta brava.

La Corte Constitucional en ocho sentencias, en su análisis y salvaguarda de la Carta Magna, ha expresado que la fiesta brava no es violatorio ni atentatoria contra el sentir de lo allí expresado como luz de la civilidad colombiana, pues ello responde a nuestra historia y tradición que algunos no tienen y pretenden desconocer para montar la suya.

El sector taurino, pensando más en el nuevo Congreso, le “perdió la cara al toro”, se relajó y descuidó sus intereses en los escasos tres meses que le quedan al presente.

Pero es bueno recordar y enfatizar que por la vía de la prohibición de las tradiciones que a nadie perjudican, no se construye una sociedad tranquila y en paz, no se trata a la brava, de imponer nuestros gustos, más bien, se trata de darle cabida a la diferencia, a lo distinto y lo autóctono.

Será entonces el Senado de la República, quien tenga la última palabra.

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